No todos los cuadernos son iguales

La verdad es que si hay alguien que a estas alturas no haya oído hablar del #Anticuaderno… espero que con este post pueda conocer esta bonita actividad que llevo haciendo con mi alumnado de 2º de ESO desde el curso 17-18, hace ya cinco años. De hecho, los alumnos que me acompañaron en esta locura mía están en el último año de instituto. Los vi madurar en aquel curso y los he seguido viendo crecer a lo largo de estos cinco maravillosos años, igual que a las demás generaciones que se enamoraron junto a mí del #Anticuaderno.

Dos veces en semana durante un ratito en clase abrimos nuestro corazón e indagamos en quiénes y cómo somos a través de distintas actividades sencillas de reflexión. Compartimos lo que somos, lo que nos gusta, lo que pensamos… y, además, nos adentramos en el laberinto de las emociones y de nuestro mundo interior.

Las actividades del #Anticuaderno son breves, concretas y muy visuales. En realidad, cada uno hace de su #Anticuaderno lo que desea, lo convierte en un espejo donde mirarse cuando no se encuentra o donde reflejarse para verse. “Me veo”, haciendo un paralelismo con la película de Avatar.

Y no solo son mis alumnos quienes han crecido con el #Anticuaderno, también él mismo ha crecido, ha sido compartido en redes, adaptado a Primaria, a adultos, a Filosofía, a inglés, francés y catalán, a tutorías, ha atravesado el charco y hasta ha ganado un premio a la mejor experiencia docente innovadora en Educación Emocional en SIMO 2020.

Si quieres saber un poquito más de él, te invito a que navegues por las redes sociales o por internet y “lo veas”.

      *                                                                                                                                                                                                                                                                                                    

Enviado por la profesora  Berta Ocaña